La inclusión financiera es un objetivo perseguido por distintas empresas que, sin ubicarse necesariamente en el rubro de las finanzas, buscan que cada vez más personas gocen de los servicios que ofrecen los bancos, las agencias de seguros o las instituciones de préstamos.
Pero la inclusión financiera no se trata únicamente de la bancarización. De acuerdo con la Asociación de Bancos de México, el 53% de la población adulta no tiene acceso a algún tipo de servicio financiero, lo que se traduce en inequidad de oportunidades para un sector amplio de la población.
De acuerdo con los economistas Omar Mejía-Castelazo y Rodrigo Villegas Gómez, en el artículo La inclusión financiera más allá de la bancarización publicado en la revista Nexos, el acceso a servicios financieros puede exhibir el grado de desarrollo de las sociedades.
El acceso a una cuenta bancaria, a una tarjeta de crédito o a un seguro de vida es una oportunidad a la que menos de la mitad de la población adulta tiene acceso. De manera que la ausencia de cada uno de estos servicios revela carencias o deficiencias en los sistemas económicos.
De tal suerte, la inclusión financiera no se trata sólo de la bancarización, es decir, de un procedimiento tradicional a través del cual las personas o usuarios se afilian a una institución financiera, sino de un proceso para gozar de mejores servicios y productos que mejoren la calidad de vida.
Una de la vías para alcanzar este objetivo la tienen las fintech, herramientas tecnológicas financieras que a través del open banking o banca abierta – intercambio de datos e información bancaria – son capaces de resolver los problemas de la banca tradicional.
Gracias al open banking, la estrategias para estudiar la posibilidad de otorgar créditos, por ejemplo, se han ampliado para ofrecer mejores productos a los solicitantes. Esto quiere decir que como resultado de una investigación más completa y comprensiva, es mucho más sencillo que las solicitudes sean aceptadas.
Ofrecer soluciones cotidianas a la población en general es un paso hacia la democratización de los servicios financieros, y tanto las empresas como los usuarios se ven beneficiados por igual.
El reto es grande pero sumamente importante: la inclusión financiera requiere de compromiso con todas las partes interesadas, pues mientras ayuda a que cada vez sean más las personas que gocen de servicios completos y de calidad, al mismo tiempo fortalece a las empresas y las solidifica en el camino hacia el futuro.