Las microfinanzas de las personas cambian con la incorporación de modelos de banca abierta en la medida que los datos del sistema financiero se vuelvan accesibles para todo mundo. México es un país con problemas serios de educación e inclusión financieras.
Por un lado, según datos de la más reciente Encuesta Nacional de Inclusión Financiera del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), poco menos de 50% de la población mexicana tiene una cuenta bancaria tradicional; paralelamente, sólo 70% accede a algún tipo de producto financiero formal, algo que puede abarcar desde un seguro hasta un préstamo o financiamiento. Estas cifras se replican de manera similar en la mayoría de la región Latinoamericana.
“Se conjugan dos problemas que no pueden minimizarse. Hay poco o nulo interés por entender la oferta del sector financiero o incluso de explorar y descubrir alternativas. Pero esto se debe en buena medida porque se tratan de poblaciones que activamente han sido olvidadas por las instituciones tradicionales, cuyas necesidades rara vez son atendidas por los productos y servicios a su disposición. Este tipo de problemáticas pueden ser mitigadas por modelos financieros innovadores, como es el caso del Open Banking, pero todo comienza por cambiar las dinámicas de las microfinanzas de las personas”, explica Nick Grassi, Co-CEO de Finerio Connect
Según cálculos del Nacional Monte de Piedad y el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), en su estudio Iniciativas Privadas de Educación Financiera en México: Oferta, Demanda y Oportunidades de Mejora (2020), al menos 70% de los mexicanos muestran un rezago considerable en términos de entendimiento y uso del sistema financiero, a partir de una educación en la materia nula o inexistente.
Sin embargo, tanto en el mundo como en la región hay un cambio de viraje importante, a través de la consolidación de modelos financieros de punta, como el que propone por una apertura de datos transaccionales y agregados en el sistema (para usuarios, bancos y fintech), conocido como Open Banking.
1. Mayor transparencia
Con las microfinanzas en el Open Banking, el flujo de información sea mayor y esto permita a usuarios e instituciones a tomar mejores decisiones, tanto en el lado de la oferta como en el de la demanda.
2. Más y mejores productos
“En buena medida, el Open Banking se traduce en un abanico de opciones enormes para los clientes financieros. No sólo porque aumenta la oferta, sino porque se perfecciona. La banca abierta permite que la información que circula ayude a identificar necesidades específicas de una población y, con ello, diseñar productos y servicios idóneos para cada persona”, comenta el Co-CEO de Finerio Connect.
3. Colaboración y competencia
Según estimaciones de Allied Market Research, el Open Banking alcanzará un tamaño de mercado superior a los 123,000 millones de dólares anuales para 2031, mientras que en 2020 se situaba en 13,900 millones de dólares. Esto se explica en buena medida porque la banca abierta se ha convertido en un nodo articulador de la industria financiera en su conjunto, abarcando tanto a la banca tradicional como a sectores novedosos como el fintech, construyendo un ambiente de franca colaboración y competencia con el usuario final en mente.
4. Desarrollo e innovación
Derivado del punto anterior, se debe mencionar que el Open Banking ha propiciado que el desarrollo y la innovación estén a tope en el sector financiero, lo que se traduce en productos y servicios específicos que ayudan a que las microfinanzas de las personas se vean beneficiadas por esa apertura. Con más opciones, aumentan los márgenes de maniobra de una población.
5. Flexibilidad y oportunidades en las microfinanzas
“Al final del día, la inclusión financiera tiene un efecto de goteo en una economía en su conjunto. El Open Banking ayuda a flexibilizar las barreras de entrada al sistema, para que los usuarios tengan mayores oportunidades. Esto, en el largo plazo, sienta las bases para que se pueda hablar de educación e inclusión financieras plenas. Y eso, de nuevo, pasa necesariamente por impulsar las microfinanzas de las personas: dotarlas de posibilidades y agencia para decidir”, concluye Grassi.